
¿Realmente a lo bueno no se obliga, como decía mi abuelo?
14 de Noviembre de 2022; redacción Arscodex

La Cenicienta de Disney vestida en su traje harapiento inicial
Pongamos un ejemplo gastronómico: imaginémosnos que nos invitan a ostras, o a caviar, y rechazamos la invitación. Se está sentando un precedente de esa manera y no nos volverán a invitar. Y, como decimos, si no somos alérgicos a las ostras o algo así, rechazar una invitación como esa podría calificarse como una "supina tontería".
Pues bien, ahí están las invitaciones continuadas que Pedro ha efectuado a estos dos organismos (el ente audiovisual público español y un par de regiones de la geografía española, a través de sus administraciones autonómicas) a participar y colaborar para sacar adelante las creaciones de Pedro. Han sido declinadas en todo caso para el "ente audiovisual público" y muy frecuentemente en el otro caso. Los rechazos se han producido en un entorno de conocimiento de causa, es decir, ya somos mayorcitos y estas invitaciones han sido rechazadas por personas adultas.
Como ya se comentó en otro artículo anterior, al principio la cosa podía parecer graciosa, pero al final está derivando en una situación molesta para ambas partes, ya que, y llegamos al momento importante de este artículo, ¿quién en su sano juicio hubiera rechazado la invitación a colaborar de el que escribe, Pedro Alonso Pablos? Pues ahí están estas dos entidades que lo rechazan; rechazan colaborar con el creador del primer programa de entrevistas de internet y la persona que ha hecho cinco largometrajes hasta ahora casi íntegramente en solitario (y esto no es todo...). El asunto está, como decimos, adquiriendo un cariz incluso grotesco, a día de hoy.
Suponemos que un trabajador del ente público, al recibir una misiva del que escribe solicitando colaboración, en un principio se quedará admirado por el trabajo del que escribe; esto es normal y ocurre con frecuencia (ya me han dicho varias personas que incluso conocer mi obra les ha llevado a experimentar una ligera crisis existencial). Pero luego, mirando por mantener su propio puesto de trabajo, habrá tomado la decisión más mundana de rechazar la invitación. Hablando claro, habrá pensado que "como le demos cancha a este tío nos van a poner a todos de patitas en la calle".
Luego está el tema de que en cinco años que lleva Pedro haciendo dibujos animados, con su sección dedicada a España y a la literatura, sección que emana sobre todo del deseo que tiene Pedro de ser buen conciudadano y ayudar a promocionar su propio país además de intentar que los chavales aprendan algo, en su opinión, ha hecho más por este país que ha hecho el departamento de animación del ente público en los últimos treinta años; teniendo en cuenta que el trabajo de Pedro lo ha efectuado casi en solitario mientras que en ese departamento del ente público trabajan centurias de personas y disponen de presupuestos de más de 6 ceros... a la derecha (aunque luego se vea que quizá los guarismos estuvieran realmente dados la vuelta...).
No es una cuestión -exclusivamente- política, ya que los rechazos a colaborar se han producido, algunos de ellos, cuando estaban los otros (los otros partidos políticos, queremos decir), y otros cuando estaban los unos; así que en principio estamos hablando, sobre todo en el caso del ente público, de que utilizando su libre albedrío han rechazado las invitaciones.
Pero no han sido solo estos dos organismos los únicos en no aceptar la colaboración de Pedro. Otros grupos y personas han decididamente puesto palos en la rueda, como ya se comentó otra vez aquí, para tratar de evitar que el proyecto empresarial de Pedro saliera adelante. No estoy hablando de otras empresas de medios privadas, ya que estas pueden hacer lo que les venga en gana con su dinero; estoy hablando de ciertas personas a las que no mencionaré que se han esforzado en tratar de, como he dicho más arriba, evitar que este proyecto funcione. Y es que España no es país para emprendedores: su cainismo unido a su inoperancia además de falta de "caldo de cultivo" para que se pueda emprender, hará que en algunos casos incluso tilden a los emprendedores como "orates", por decirlo de alguna manera fina, dificultando aún más si cabe la tarea empresarial.
En fin, que llegando ya a este punto, la verdad es que el problema no lo tengo ahora mismo yo, las cartas están sobre la mesa, mi obra ya se ha manifestado; son todos aquellos los que no han querido colaborar y tenían cierta obligación los que están en un apuro porque están haciendo el ridículo al mantener esa postura. Pero no pasa nada; aunque yo, por decoro (lo tengo, sí, lo tengo), no puedo volver a solicitar una colaboración a estas entidades, mi teléfono está abierto y estaré encantado de recibir una propuesta amigable suya. Y si no, lo mejor que pueden hacer es quedarse como están, es decir, en el caso de RTVE con bajas audiencias y poca influencia (ganada a pulso). A mí ya me da igual.
Es como si, para ir resumiendo, La Cenicienta (sí, la protagonista del famosísimo cuento) hubiera rechazado la invitación al baile de palacio y hubiera querido, deliberadamente, seguir vestida con su traje harapiento para el resto de la eternidad, como si hubiera deseado continuar en la mugre durante más tiempo. Así que lo dicho, yo estoy ya ahí, os estoy esperando, de vosotros depende aceptar la invitación o no. Lo bueno obliga.
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