
Características que tiene que tener una creación para convertirse en una obra de Arte
05 de Mayo de 2023; redacción Arscodex
Es hora ya, queridos lectoras, lectores, damas y caballeros, amigas y amigos del arte; es hora ya como decimos de acercarnos a buscar cuáles son las tres características esenciales que tiene que tener una creación artística para convertirse en una auténtica obra de Arte, sí, con mayúsculas en este caso; es decir: una obra histórica conocida por todos.
Para hilvanar este argumentario haremos mención de dos cosas: la primera es ese epigrama sobre la Justicia que se declama a veces: ("para Justicia alcanzar, tres cosas son menester: tenerla, darla a entender, y que te la quieran dar"), y la segunda es todo lo que rodea a ese maravilloso cuadro pintado por Picasso, que supuso el "pistoletazo de salida" hacia el arte "moderno", como ya hemos dicho aquí mismo en esta revista varias veces: Las señoritas de Avignon.
Pues bien, a modo de resumen, y apoyándonos sobre el conocido epigrama sobre la Justicia, una creación estándar debe tener tres características para convertirse en obra de Arte: voluntad, difusión y aceptación. Las tres son en este caso necesarias y no suficientes. La primera hace alusión a que toda obra artística que no tiene la voluntad de serlo es automáticamente descartada para el menester que "tenemos entre manos" en este artículo. Es decir, si una persona escribe por ejemplo un poema, pero ni lo difunde (esto tiene que ver con la segunda característica) ni lo considera importante, entonces no concurre ya la primera necesidad de la obra artística: tener voluntad de serlo.
La segunda característica es que dicha obra tiene que tener difusión, es decir, debe estar publicada; porque si no, tampoco podemos hablar de una obra de Arte. Estas dos primeras características están, como puede apreciar el lector, íntimamente relacionadas, porque para que una obra tenga voluntad de ser Arte, tiene que estar difundida, divulgada, publicada. Y la tercera característica es la que ya se le escapa más al propio artista, y es que la propuesta debe ser aceptada como tal por el gran público (que incluye a la crítica especializada y a los visionantes de a pie). Aquí está el meollo de la cuestión, porque sin esta característica (la aceptación), el arte no se convierte en Arte con mayúsculas, recordemos el ser humano es un ser social por naturaleza.
Y después, como ejemplo, podemos mencionar la pintura de Picasso ya indicada al comienzo del artículo: Las señoritas de Avignon. Pues bien, recientemente se ha sabido que hay pinturas abstractas previas, y ejecutadas por mujeres, a este cuadro (sin tener en cuenta los dibujos decorativos de ciertos papeles de pared y adornos que se vienen utilizando desde hace muchísimo tiempo). El problema reside en que estas mujeres (citando una fuente muy común en la actualidad podemos mencionar a Hilma af Klint y a Georgiana Houghton), que pintaron ciertos cuadros abstractos antes de Las señoritas de Avignon, ni publicaron sus obras (segunda característica) ni estas tenían siquiera la voluntad de ser obras de Arte (primera característica). En este medio creemos que, dado que eran mujeres las que pintaron estas obras abstractas anteriores a Las señoritas..., no difundieron las obras por miedo a ser llamadas locas; ya sabemos cómo funciona el tema de la locura y el arte: a veces estas dos palabras son sustitutivas.
Por ejemplo podemos hacer mención a dos aspectos relacionados con todo esto: la primera película animada que se conserva, obra de una mujer (la alemana Lotte Reiniger), publicó su obra en tiempo y forma por lo tanto el hallazgo es válido. Y también podemos hacer referencia a un hecho histórico no artístico al que le ocurre lo mismo: el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón. Es posible que hubiera viajes precolombinos a América, pero si los viajeros ni dejaron rastro en el continente nuevo, ni, por decirlo de una manera graciosa, "se trajeron ningún souvenir" de la zona descubierta, ni lo difundieron, ni nada por el estilo; podemos decir con firmeza que eso no es un descubrimiento tal y como necesita la Historia que se produzca, en la línea de lo que venimos hablando en este artículo.
Así que, en fin, aunque quizá haya habido algún cuadro "abstracto" previo a Las señoritas de Avignon, si este no tuvo la voluntad de serlo, ni fue difundido, ni fue aceptado por ende por la sociedad; se puede afirmar que ese descubrimiento no se dio, y fue, efectivamente, Picasso, el que, con su obra ya varias veces mentada en este artículo, dio paso a la modernidad.
Para hilvanar este argumentario haremos mención de dos cosas: la primera es ese epigrama sobre la Justicia que se declama a veces: ("para Justicia alcanzar, tres cosas son menester: tenerla, darla a entender, y que te la quieran dar"), y la segunda es todo lo que rodea a ese maravilloso cuadro pintado por Picasso, que supuso el "pistoletazo de salida" hacia el arte "moderno", como ya hemos dicho aquí mismo en esta revista varias veces: Las señoritas de Avignon.
Pues bien, a modo de resumen, y apoyándonos sobre el conocido epigrama sobre la Justicia, una creación estándar debe tener tres características para convertirse en obra de Arte: voluntad, difusión y aceptación. Las tres son en este caso necesarias y no suficientes. La primera hace alusión a que toda obra artística que no tiene la voluntad de serlo es automáticamente descartada para el menester que "tenemos entre manos" en este artículo. Es decir, si una persona escribe por ejemplo un poema, pero ni lo difunde (esto tiene que ver con la segunda característica) ni lo considera importante, entonces no concurre ya la primera necesidad de la obra artística: tener voluntad de serlo.
La segunda característica es que dicha obra tiene que tener difusión, es decir, debe estar publicada; porque si no, tampoco podemos hablar de una obra de Arte. Estas dos primeras características están, como puede apreciar el lector, íntimamente relacionadas, porque para que una obra tenga voluntad de ser Arte, tiene que estar difundida, divulgada, publicada. Y la tercera característica es la que ya se le escapa más al propio artista, y es que la propuesta debe ser aceptada como tal por el gran público (que incluye a la crítica especializada y a los visionantes de a pie). Aquí está el meollo de la cuestión, porque sin esta característica (la aceptación), el arte no se convierte en Arte con mayúsculas, recordemos el ser humano es un ser social por naturaleza.
Y después, como ejemplo, podemos mencionar la pintura de Picasso ya indicada al comienzo del artículo: Las señoritas de Avignon. Pues bien, recientemente se ha sabido que hay pinturas abstractas previas, y ejecutadas por mujeres, a este cuadro (sin tener en cuenta los dibujos decorativos de ciertos papeles de pared y adornos que se vienen utilizando desde hace muchísimo tiempo). El problema reside en que estas mujeres (citando una fuente muy común en la actualidad podemos mencionar a Hilma af Klint y a Georgiana Houghton), que pintaron ciertos cuadros abstractos antes de Las señoritas de Avignon, ni publicaron sus obras (segunda característica) ni estas tenían siquiera la voluntad de ser obras de Arte (primera característica). En este medio creemos que, dado que eran mujeres las que pintaron estas obras abstractas anteriores a Las señoritas..., no difundieron las obras por miedo a ser llamadas locas; ya sabemos cómo funciona el tema de la locura y el arte: a veces estas dos palabras son sustitutivas.
Por ejemplo podemos hacer mención a dos aspectos relacionados con todo esto: la primera película animada que se conserva, obra de una mujer (la alemana Lotte Reiniger), publicó su obra en tiempo y forma por lo tanto el hallazgo es válido. Y también podemos hacer referencia a un hecho histórico no artístico al que le ocurre lo mismo: el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón. Es posible que hubiera viajes precolombinos a América, pero si los viajeros ni dejaron rastro en el continente nuevo, ni, por decirlo de una manera graciosa, "se trajeron ningún souvenir" de la zona descubierta, ni lo difundieron, ni nada por el estilo; podemos decir con firmeza que eso no es un descubrimiento tal y como necesita la Historia que se produzca, en la línea de lo que venimos hablando en este artículo.
Así que, en fin, aunque quizá haya habido algún cuadro "abstracto" previo a Las señoritas de Avignon, si este no tuvo la voluntad de serlo, ni fue difundido, ni fue aceptado por ende por la sociedad; se puede afirmar que ese descubrimiento no se dio, y fue, efectivamente, Picasso, el que, con su obra ya varias veces mentada en este artículo, dio paso a la modernidad.
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